sábado, septiembre 06, 2008



Cuando llegamos al Señor y comenzamos a descubrir que él tiene una misión para nosotros el primer desafío consiste en mirar al otro y su necesidad, en nuestro recorrido y experiencia con el amor de Dios nos damos cuenta que todo aquello que hemos recibido lo podemos llevar para que otros lo reciban, sin embargo, comienzan a aparecer los obstáculos que impedirán que esto se concrete, y son estos, nuestros propios temores, intereses egoístas y deseos.


No importa cuanto tiempo pase Dios tiene un plan que cumplir con nosotros y he aquí una de sus promesas:

ISAIAS 44

1 AHORA pues oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, á quien yo escogí.
2 Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jeshurun, á quien yo escogí.
3 Porque yo derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida: mi espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos:
4 Y brotarán entre hierba, como sauces junto á las riberas de las aguas.
5 Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob; y otro escribirá con su mano, A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel.
6 Así dice Jehová, Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo el primero, y yo el postrero, y fuera de mí no hay Dios.
7 ¿Y quién llamará como yo, y denunciará esto, y lo ordenará por mí, desde que hice el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir.
8 No temáis, ni os amedrentéis: ¿no te lo hice oír desde antiguo, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte: no conozco ninguno.

A pasado tiempo y situaciones antes de darme cuenta de lo errado que he estado, en una ocasión leí una predica que decía que era necesario evangelizar el alma, claro sabemos que nuestras emociones e intelecto, entiéndase razonamientos, distorsionados por un mundo caído necesitan cada día con urgencia ser transformados y renovados (Romanos 12). Lamentablemente, no entendemos continuamos gobernados por la carne y nuestras emociones, lo que impide que Dios nos pueda hablar ya que al escuchar a nuestra carne, pensamientos, emociones no es más que un monologo en el cual él no tiene parte.
Es entonces necesario evangelizar el alma, (las vías de alimentación).
Confieso que he vivido es el título de un libro que me hace creer que es como decir, si he hecho cosas que me deleitan pero que no son buenas, de paso confieso que no he leído el libro, cuantas cosas hemos hecho o seguimos practicando y que sabemos que no le agradan a Dios, pasamos de promesa en promesa tratando de vencer nuestras debilidades pero lo cierto es que seguimos con el monologo.
Busquemos a Dios en su palabra, en la oración, en las reuniones, en lo que sea posible esforcémonos por evangelizar pero principalmente evangelizar nuestra alma.